El hombre estaba parado ahí, había un duende y un hada gris. Miraba desde la piedra todo el mar y las olas violentas que lo intimidaban a saltar.
"Quizás no es tan malo", pensaba.
Después de todo el viento le acariciaba la cara y el ruido del agua contra la piedra era relajante, lo ayudaba a adormecerse a perderse en blanco y no pensar...no estaba tan mal. Era en esos momentos en los que un rotundo "¡NO!" le salía de adentro, el sabía que no estaba bien, el sabía que el argumento de los demás habitantes de la piedra no lo iban a convencer, el sabía que era distinto.
Mientras tanto veía escéptico como jugaban el duende y el hada gris de forma triste, casi programada... bailaban mas que jugar, bailaban una especie de vals sin tocarse flotando en el agua sin un propósito que realmente se entendiese.
La brisa le susurraba al oído, le daba comodidad, lo seducía. El hombre sabía que al saltar las cosas no se le iban a poner fáciles, las olas eran fuertes, el camino indeterminado y la promesa del paraíso incierta.
"El paraíso" dijo, y comenzó a proyectar esa imagen lejana que tanto placer le había dado durante el ruido febril de los habitantes de la piedra, ese que hacían para creer que no estaban perdidos en el medio del mar, aunque ellos no supiesen eso. Empezó a pensar en esa imagen que tantas noches de soledad lo desveló y acompañó en silencio, mientras para el resto el silencio era solo sentir la brisa y el agua, la misma brisa y agua que nunca trajo nada al fin.
Pero que complicado estaba, sin contar que allí estaban el duende y el hada gris, bailando, ¿quién sabe que pudieran hacerle?, probablemente tratarían de ahogarlo, pero no había demasiado que perder al considerarse ya ahogado (y muerto) parado en esa piedra seca...
Cerró los ojos, pensó en el paraíso y apretó los dientes.. saltó.
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