Bajo del bondi en Alem y Pueyrredón. Salí de casa a eso de
las 5 de la tarde o por ahí así que deben ser las 6, si mas o menos las 6.
Estoy con tiempo.
Subo por Alem en dirección al centro, tengo acá en el morral
las tarjetas para vender y la otra, adentro del cuaderno. Abro el morral para
ver si no se movió, se llega a doblar y me muero... sigue ahí buenísimo. Ayer
me sonrió. Hoy al Juanjo le pegaron tres tiros.
Camino un poco mas y
me encuentro con un par de pibes del Bajo, me saludan, deben andar buscando
hacerse algún teléfono seguro, sí, ahí me muestra uno que sacaron mas temprano,
de esos que tienen cámara frontal, le van a sacar unos mangos.
- A ver vos
cuando te dejás de boludear con las tarjetitas. - Me dice el trompa... o el tuca, no me acuerdo como le dicen y la
verdad me da lo mismo, me cae mal.
- - Jaja no,
nosé. - Les respondo mientras me alejo rápido por Alem.
Lo que estos hijos
de puta van a sacar por el celular yo no lo sacó en todo el mes.
Doblo por Emilio
Civit y saco las tarjetas del morral. Empieza la zona con mas gente. Primero el
café ese de las mesitas azules . Hay un cartel escrito con tizas de colores:“+ ❤ X favor” y del otro lado creo que las promociones del
día. Siempre sale un olor muy rico a
café y a medialunas. Ayer me sonrió. Me gusta pasar por acá.
Dejo tarjetas en las primeras dos
mesas. Voy a la tercera pero siento que alguien me agarra del hombro.
- - No podés
estar acá.- Me dice un
pelado de anteojos y corbata.
- - Estoy
repartiendo tarjetas nada más.
- - No pibe,
no podes estar acá.
Miro a las dos mesas anteriores. Las
tarjetas siguen tal y como las había dejado. Me vuelvo a buscarlas, pero el
pelado me tironea del brazo.
- - ¡Voy a
buscar las tarjetas que dejé ahí nada más! - Me tiró fuerte, dolió bastante.
- - Yo te las
busco.
El pelado va y saca las
tarjetas que estaban en las dos mesas, no sin antes pedir disculpas a los
clientes que creo que recién se percatan que había pasado por ahí.
- - ¡Y no te
quiero ver mas por acá eh!- Me tira las tarjetas en la cara. - ¿No tendrías que estar en el colegio vos?
- - Voy a la
mañana al colegio.- Le respondo todavía no sé bien porqué. Por
orgullo supongo. Creo que andar bien en el colegio es lo único que me hace
sentir algo de orgullo de mi mismo, no voy a dejar que un pelado forro me venga
a tratar de ignorante.
- - No te
quiero ver más.- Repite y se mete adentro.
Me muerdo el labio para no putearlo y sigo mi
camino, de a poco me voy del olor a café
y medialunas. Encima me dejó doliendo el hombro. Hoy al Juanjo le pegaron tres
tiros. Ya deben ser como las 6:20, mejor me apuro. Ayer me sonrió.
Paso por el bar ese de cerveza, dejo tarjetas
en 5 o 6 mesas, es gracioso ver como de manera casi automática los celulares
van escondiéndose por donde paso. El Juanjo ya estaría puteando, “se creen que soy chorro, si fuera chorro no
estaría repartiendo estas tarjetas de mierda” . Y si, ojalá estuviera acá repartiendo
tarjetas. Vuelvo a buscarlas, no saque casi nada, apenas dos pesos. Tengo que
pensar que algo es algo, ya sé... aparte
ayer me sonrió y ya estoy llegando a Sarmiento.
El reloj del banco dice que son las 18:45.
Doblo por Mate de Luna hasta Sarmiento. Vuelvo a fijarme si la tarjeta sigue ahí,
es obvio que sigue ahí pero tengo que fijarme igual. Al Juanjo hoy le pegaron
tres tiros y no lo pude ver. Paso por un
par de lugares mas, en una mesa me dejaron 20 pesos, eso es muy bueno, creo que
desde los doce que no me dejaban tanta plata, no me quería aceptar la tarjeta
pero se la dejé igual. Del resto no saqué nada, pero esto algo lo compensa.
Cruzo Florida y ya estoy en la peatonal. Las
chicas del Santa María salen a eso de las 19 así que llegue con unos minutos de
ventaja.
Los
rayos de sol lentamente empiezan a despedir las hojas de los árboles que
cubren la peatonal. Siento todo un poco
más, el aire, el ruido, los olores, las miradas... hasta casi que los
arlequines me hacen cosquillas en los pies mientras camino. Llego a la catedral
y me siento en los escalones.
Una noche por casualidad caí a misa
acá, no me acuerdo bien porqué. Lo único que sé es que ese día se frenó el
tiempo. Nunca me voy a olvidar la primera vez que la vi. Entro por la inmensa
puerta de la iglesia acompañada de su familia. Caminaba con gracia, como
sabiendo que las luces estaban hechas para ella, el pelo castaño claro
cayéndole sobre los hombros, los ojos azules encantando un poco mas que el aire
y yo ahí, sin entender bien que era lo que estaba pasando, viéndola pasar hacia
las primeras filas. Desde esa vez no falto un solo Domingo a misa. Ya deben ser
como cuatro meses que vengo solo, tengo
que hacer una hora de Bondi y llego tarde al barrio, pero no importa. Hoy al
Juanjo le pegaron tres tiros, si, pero ayer a la salida me vió y me sonrió y todo
tiene color.
Saco la tarjeta. Me transpiran las manos así
que la agarro de las puntas, es plateada y tiene unos corazones en relieve,
cuesta mas del doble que las normales, espero que le guste... la doy vuelta y leo como por vigésima vez lo
que le escribí hace ya unas semanas. Es la letra de una de mis canciones
favoritas, nadie la conoce de mis amigos y mejor que sea así porque sino me van
a tratar de puto: “No hay mas estrellas que las que dejes brillar”.
En cualquier momento va a llegar a Jagger a
tomar una coca con sus amigas, como todos los días después del colegio. La veo
siempre cuando paso repartiendo por acá. Varias veces pensé dejarle la tarjeta
pero no me animé, hasta hoy, ayer me sonrió, es hoy o nunca.
Miro la tarjeta, no es suficiente. No es
suficiente. Levanto la mirada y veo el kiosko de enfrente. Tengo veintidós pesos
en el bolsillo, me alcanza para comprar un chocolate. Me levanto
automáticamente, creo que casi ya no estoy pensando. Me meto al kiosko y salgo
justo al momento en que Rosario llega con sus amigas en la otra cuadra. Hace ya
un tiempo que escuché a la madre diciéndole Rosario, pero obvio, ella no lo
sabe. Empiezo a caminar hacia Jagger. ¿Le digo hola Rosario? No, no, la
asustaría bastante. Ya pensé mil veces esto no sé porque empiezo a dudar ahora.
Me tiemblan las piernas y siento que tengo un redoblante en el pecho. Va a estar todo bien, ayer me sonrió.
Estoy acá, Rosario está con dos amigas en una
mesa al otro lado del local. Vestida como siempre a la salida del colegio, camisa
blanca y pollera cuadriculada, el pelo suelto a un costado... lo tengo que
hacer, no puedo ser cobarde, hoy no.
Respiro hondo y voy hacia su mesa:
- - Hola soy
Jonathan.- Digo con la voz medio cortada. Nunca tuve tanto miedo.
- - No, no
queremos nada.- Dice Rosario sin levantar la vista.
Sigue la conversación con sus amigas
pero la interrumpo.
- - Es para
vos.- Extiendo el brazo con la tarjeta y el chocolate.
- - No tengo
plata y no quiero nada te dije.- Sigue sin levantar la mirada.
- - Es un
regalo.
Las amigas se empiezan a reír, por
primera vez Rosario gira la cabeza hacia donde estoy yo, pero no me ve, apenas
le da una mirada desinteresada al chocolate y la tarjeta. Me tiemblan las
manos.
- - Te
agradezco. Pero no.- Esboza una sonrisa ensayada y vuelve la cabeza
hacia sus amigas.
Estoy parado con la tarjeta y el
chocolate en la mano. Las tres chicas ahora miran a la mesa en silencio.
Rosario se mantiene seria mirando un punto fijo mientras sus amigas tratan de
aguantar la risa. No sé que hacer. No sé que hacer.
- - ¿Te podés
ir por favor?- Me dice visiblemente molesta.
Creo que dije si, o algo así. Algo
debo haber dicho. Nosé. Se me nublan los ojos y me tiembla cada vez mas el
cuerpo. Giro y me alejo de la mesa. Empiezo a caminar. No veo nada mas que
sombras blanco y negro, escucho unas risas que de a poco se alejan, creo que me
caen lágrimas, la verdad no lo sé ni tampoco me importa. Ni siquiera me miró.
Camino cada vez mas rápido, creo que estoy
corriendo, ni siquiera me miró, ni siquiera me miró ¿por qué? ni siquiera me
mi.. choque contra alguien, acabo de chocar a una señora, no la vi. Traía un
paquete en las manos y se le cayó.
- - Perdón.- Me agacho
para levantar el paquete, pero la señora no me deja
- - ¡No! ¡Salí
de acá negro de mierda!- Me grita.
Siento una punta en el pecho. No es la
primera vez que me dicen eso por supuesto, pero ya no puedo más, ya no puedo
más.
- - ¿Qué estás
haciendo flaco? - Un par de tipos se acercaron a ver que está
pasando, uno me está agarrando del hombro que me duele .
No le contesto, solo me libero y corro. Me
gritan algo. Corro dos cuadras o tres, no sé cuántas van pero creo que ya no me
siguen. Me detengo, me falta el aire, no
puedo dejar de llorar como un puto. No puedo. Ni siquiera me miró. No puedo.
Mira como lloro, como un puto, soy un puto.
Me desplomo en la esquina.
-
¡NO PUEDOO! ¡¿POR QUE NO PUEDO?! ¡NO PUEDOOO!
¡NO PUEDOOO! ¡NO PUEDOOO! ¡¿POR QUEEE?! ¡¿POR QUEEEEE!?
Se hizo de noche, no sé hace cuanto estoy acá
gritando una y otra vez lo mismo. No
entiendo, no entiendo, ¿qué hice mal? ¿por qué ni siquiera me miró?
Frena un auto. Lo que me faltaba. La policía.
- - ¿Qué hacés
acá?- Me pregunta un gordo. No le contesto.- Mostrame tus documentos.
No los tengo. Ya sé lo que va a pasar, me van
a llevar y me van a tener toda la noche encerrado para averiguar antecedentes. Yo no soy un chorro, no tengo
ningún antecedente. No tengo porqué bancarme que me lleven. Ni siquiera me
miró. No pienso dejar que me lleven. No quiero. Hoy al juanjo le pegaron tres
tiros y puede haber pasado cualquier cosa. No voy a dejar que me lleven.
- - ¡Eh! ¿Sos
sordo que no contestás?- Me dice ahora el otro. Son tres.
El tercero trata de agarrar el morral pero se
lo arranco y salgo corriendo. Me
persiguen. Hoy al Juanjo le pegaron tres tiros. Doblo la esquina y vuelan
sombras. Blanco y negro, grises no veo mas que grises con formas de calles y
veredas y un callejón. El callejón, me
tengo que meter por el callejón. Cruzo la calle en diagonal, casi me pisa un
auto, estoy a media cuadra... piso mal y caigo al piso. Me golpeé feo la
rodilla. ¡Ahh duele muchísimo! Pero tengo que seguir se me acercan los canas. Ya
no me puedo meter al callejón, están lo suficientemente cerca para verme.
Corro, como puedo corro pero me duele mucho. Corro una cuadra mas, siento que
me agarran las piernas desde atrás, caigo en seco al piso.
- - ¡PARÁ
LOCO, PARÁ YO NO HICE NADA!
- - ¡QUEDATE
QUIETO HIJO DE PUTA!- Me golpea contra el pavimento. Llegan los
otros dos.
- - ¿Pensabas
que te ibas a escapar pelotudo?- Me dice ahora el gordo mientras me
patea en el piso.
Estoy llorando otra vez, pero ahora también de
dolor físico, creo que me quebré la rodilla.
- - ¡CALLÁTE!-
El que me volteó ahora me pone el brazo en el cuello. No puedo respirar.
- - ¡Pará,
pará por favor no puedo respirar!
- - ¡QUE TE
CALLES TE DIJO!- El gordo me vuelve a pegar una patada.
- -¡AYUDA!
¡AYUNDENME POR FAVOR!- Grito con lo último que me queda de aire.
Nadie hace nada. Solo hay un par de personas que se pararon a presenciar la escena mientras el resto pasa indiferente. Ahora aumenta la presión del brazo sobre mi cuello. No puedo respirar, no tengo mas fuerzas. Ni siquiera me miró. ¿Por qué ni siquiera me miró? Caen las lágrimas en la vereda. El sonido se empieza a apagar. Se me nubla la vista. Hoy al Juanjo le pegaron tres tiros. No puedo respirar. Hoy al Juanjo le pegaron tres tiros. No puedo...
Hola!!
ResponderEliminarAcabo de leer tu relato y... estoy buscando las palabras para poder expresarte todos los sentimientos contradictorios que tuve según iba avanzando... Soy de CABA... capaz que por eso me tocó tanto. Estamos día a día viendo cómo ante nuestros ojos pasan cosas terribles y no hacemos nada, ¿qué nos pasa?
Muy buen relato, me gustó muchísimo!! Sobre todo cuando vi que mencionaste una canción de Serú <3
Te sigo para estar al tanto de tus nuevos post!!
Saludos!
Hola, muchas gracias! Lamentablemente es una imagen que se repite en todas las ciudades de buestro país. Un poco lo que quise mostrar es la hipocresia,prejuicios y cosificación de la que todos en mayor o menor medida formamos parte. Lograr empatía con esas personas que nacen esclavas en tiempos dónde vociferamos que ya no existe la esclavitud. Me alegra mucho que te haya gustado! Aguante seru jaja
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