Aveces uno no espera lo que espera. O, mejor dicho, no espera encontrar lo que busca.
Aveces el tiempo hace que el centro se vuelva casi un cuadro en el living, lindo, decorativo, estático, está ahí y lo mirás pero no lo ves. Bueno, eso es lo que me pasó en ese hotel en México.
Estaba en el rush y tenía sentido que así fuera porque no iba a estar mas que unos días. Miraba todo y así planeaba, disfrutaba del desafío a pesar de la ansiedad. Esta clase de cosas saben tomarme y sabía que así iba a ser. Sentía que absolutamente todo estaba en mi mapa, en mi tablero, no era mas que un juego de estrategia, donde mi cabeza era la principal ventaja. Las cosas importantes habían quedado en Mendoza, acá era todo una historia aparte, con principio y fin, pies y cabeza, simple.
De lo que no me percaté es que difícilmente algo fuese a ser simple tratándose de mí y (después me di cuenta) de vos.
Puede decirse que el momento en que te vi fue el comienzo del fin sin fin, por lo menos hasta este momento en que escribo. Una cosa llevo a la otra. No sé porqué, pero tenemos esa capacidad extraña de sentir e intuir. Algo nos llama, algo nos dice que hay algo mas atrás. No lo pensé en ese momento pero inconscientemente lo sabía. No eras una mas.
Lo viste vos también. Digamos la verdad, algo te llamó. Y ese algo te hizo llamarme. Era obvio que iba a ir, lo sabías, yo también. Y fui.
Hubieron dos cosas que fueron a tiempos distintos. Una yo y la otra mi cabeza. Si, hago la diferencia porque ahora no me conviene ser mi cabeza, por mas que lo sea. El centro había entrado en movimiento. Empecé a hablar, a jugar el juego queriendo ignorar lo que sabía que eras. Cuanto duró? 20 minutos? Media hora siendo generosos? Nos sentamos y el mundo desapareció, las palabras vanas desaparecieron, estábamos, éramos, cuando mi cabeza llegó el centro la esperaba hace rato y todo fue luz. Me quedé sorprendido, atónito, todo avanzaba cada vez mas a medida que mi cabeza lo iba entendiendo. Esto no era común, esto era algo mas.
Me fue imposible no acordarme de algo que había escrito hace ya tiempo. Sos tan parecida, sos tan soñada... te veía y no lo podía creer, esta vez no era un sueño, esta vez no estabas atrapada en una hoja. Y al darme cuenta de esto también me acordé de dónde estaba. Te voy a ser sincero, ahí fue donde me empecé a asustar, porque estaba en una historia aparte, en un hotel en México. Yo sólo te veía hablar, casi hipnotizado, incrédulo. Solamente podía mirarte y desear con todas mis fuerzas que el hotel desapareciera, que todo se transformara y de repente nos encontráramos en un bar de la Aristides o de cualquier otro lugar de la ciudad. No podías venir así e irte, por mas que fuera lo que ibas a hacer sabía que no te ibas a ir. Y así fue.
Llegó un momento en que el juego ya era nulo, no tenía ninguna posibilidad de jugar a nada. Mi cabeza era la pieza menos importante en todo esto. Solo se podía ser. Metí la pata, o por ahí no, que se yo. Te quise robar un beso, era obvio que lo iba a hacer era obvio como terminaba todo, pero vos sos vos y nada es tan simple. Si, no, chau. Eso fue lo último que te escuché decir. El rechazo duele pero mas me dolía que esto terminara y encima de esa forma, si iba a terminar tenía que terminar bien. Quise hacerlo, pero no me dejaste. Sabes que no, sabes cuál es el freno que no pusiste, mas de una vez lo debes haber hecho y esta no tenía porqué ser la excepción. Pero no lo hiciste. Desde el principio los códigos fueron claros, casi no había ni que pensarlos, estábamos en el mismo lugar, era solo cuestión de sentir y ser, Y sigo creyendo lo mismo.
El fin no fue tal, era de esperarse, hace ya rato que acepté lo que está pasando. Vos?
Te regalé canciones, no sé si es poco o mucho, pero es lo mejor que tengo. Es lo que soy. Y es lo que te quiero seguir dando, después de todo es eso lo que nos hace entender quiénes somos, o no? Y ahora recordando te cuento algo, aunque no lo creas es la primera vez que lo hago. No sé porqué, pero sos la primera vez.
Podés no querer y es entendible. Es lógico. Es certero. Centrado. Producto de una cabeza inteligente. Pero aveces la cabeza va mas lento, aveces es sólo un peón, aveces el centro es el que sabe realmente que hacer, siempre enrealidad. Pero ahí depende de vos y de dónde estamos. Dónde estabas al final. Yo estiro la mano, te voy a llamar, yo ya lo acepté. Y vos... vos podés definir si el hotel era solo un hotel que albergaba una historia aparte, con pies y cabeza o podés definir todo, podés por fin romper el cristal.
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